Aún recuerdo el día que comencé.
Vi el sitio y lo primero que pensé fue "es como estar en casa";.
Los primeros días, como en todo, daba miedo. Daba miedo ver cómo en un espacio
reducido, te podías abrir tanto, con gente que con solo mirarla, sabias que te entendían. Y
eso si, siempre acompañadas, siempre.
He pasado fríos inviernos, en los cuales no faltaban las meditaciones, con los pies
descalzos para poder sentir nuestras emociones, y conectarnos con el sueño.
He pasado primaveras en las cuales he pintado árboles y gente caminando por la calle, o
hemos jugado entre todos al baloncesto.
He pasado veranos los cuales dábamos paseos por mi pueblo, y conociendo sitios que
desconocía.
Y también he pasado otoños en los cuales hemos creado historias con el Dixit, y hemos
pensado en los propósitos del año siguiente.
He pasado tanto, que podría estar escribiendo durante horas.
Quiero quedarme con el aprendizaje que me ha llevado a por fin cerrar una etapa, al
principio oscura, pero ahora, como la de mayor aprendizaje de mi vida.
He aprendido que siempre hay que hacer pequeños esfuerzos para poder salir de la
oscuridad, y aunque nos cueste, a hacerlos, porque si no, la oscuridad podrá con nosotros.
He aprendido que cada cosa tiene su sitio, su por qué, su tiempo, y que cuando no se
puede dar más es un sitio, es hora de coger el volante y cambiar de rumbo, y que
cambiemos de rumbo no tiene por qué sé malo.
He aprendido a decir que no sin sentirme culpable, a ponerme como primera persona en mi
historia, en mi vida, y a cuidar mi mente, mis tiempos, mis manías.
He aprendido que ser distinta o tener una enfermedad mental, hace que seas especial, pero
nadie ha dicho que ser especial sea algo malo, ser especial te hace ser único.
Porque después de casi 3 años, por fin salgo a ver el mundo, y con ganas. Ganas de gritar,
de volar, de conocer y de comerme el mundo.