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lunes, 27 de julio de 2015

MACEDONIA DE FRUTAS



Siendo verano y con el calor que hace, hemos pensado que era apropiado hacer una merienda de frutas, que es sana y natural. Además en verano hay mucha más variedad de fruta y a buen precio. Es preferible usar frutas autóctonas, pero se puede hacer también con frutas que haya en el mercado o nos apetezcan más. Nosotros hemos hecho la prueba, os animamos a probar.

INGREDIENTES:

  • Plátano
  • Manzana
  • Pera
  • Melocotón
  • Kiwi
  • Paraguayo
  • Melón
  • Naranja

ELABORACIÓN:

Limpiamos las frutas, les quitamos la piel y las troceamos en trocitos pequeños. Mezclamos toda la fruta troceada en un bol con el zumo de naranja y listo para comer.

Variación: pasando por la licuadora algunas frutas de la macedonia y si se quiere también las pieles, se puede hacer un puré para tomar en un baso.



martes, 21 de julio de 2015

La onda sana.


Estoy siempre intentando encontrar la cura para alguna enfermedad mental, escribo lo que pienso con la esperanza de que se me comprenda o sirva de inspiración a alguien, sé que la tranquilidad es muy importante, pero también quererse a uno mismo y no querer sufrir. No quiero dar falsas ilusiones a personas que lo estén pasando mal hablando de curas que no he  contrastado, tan sólo intento ser transparente y explicar cómo, quizá, se encuentre la solución porque en mi pensamiento y en teoría, funciona. Este sólo es un intento más para que se halle la cura de la enfermedad mental grave (todas en las que se sufre mucho son graves, se alejen mucho o no de las normas socioculturales, pero la cuestión es que ya que pienso mucho, pues mejor centrarme en el pensamiento en la cura de mi enfermedad mental, desde la mía que es grave hasta las más leves). Lo que escribo es un reflejo de lo que pienso. Lo que falta aparte de adquirir el deseo de no sufrir y la tranquilidad, es la cura de la enfermedad, y creo que viene de la mano del acto de comunicación: otra persona cualquiera puede ayudarnos a equilibrarnos si sabemos en qué aspectos de su acto comunicativo fijarnos, en mi opinión.

Mi diagnóstico es en estos momentos Esquizofrenia paranoide, y aunque no siempre he estado de acuerdo, desde hace tiempo sí lo estoy y ha habido momentos en los que me he notado enfermo, no por el sufrimiento, sino por reconocer mi personalidad con la enfermedad mental. Es habitual en las personas que tenemos este diagnóstico no tener conciencia de enfermedad. Mi pensamiento me lleva mucho tiempo cansando por la cantidad y velocidad a la que procesa información, pero lo llevo bien, sobre todo gracias a mi familia y las personas que me rodean, desde mis padres hasta mis compañeros del centro de día, y la medicación.

Según lo que entiendo, la personalidad se desarrolla en la infancia, si uno se rompe en algún momento por tener Esquizofrenia paranoide, es a partir de los 18 años, o eso creo, una vez que se ha alcanzado la edad adulta. Significa que no necesitamos volver a aprender una personalidad, tan sólo volver a la personalidad que ya desarrollamos en la infancia. Esta personalidad es buena, existe, y para volver a ella sólo hace falta reiniciar la personalidad de uno hasta donde se recuerda, que es una personalidad sana, es decir, la personalidad, la cual no se puede olvidar, es posible recuperarla con ausencia de la enfermedad adquirida. Porque en mi opinión la enfermedad mental se adquiere, no viene con la naturaleza de uno, por eso somos todos los seres humanos iguales. La personalidad no se puede olvidar.

Pretendo ser transparente y expresar lo que pienso, lo que creo que así es, porque creo que así es como los especialistas me van a conocer mejor para curarme, y pienso normalmente en la dirección de solucionar las enfermedades mentales (la mía y las demás), con lo poco que he estudiado, pero basándome en mi experiencia y pensamiento. Con lo que escribí de no querer sufrir, pensé que ya tenía teóricamente la solución y que sería suficiente, resumiendo: si las personas con alguna enfermedad mental procesamos la información distinto a las personas sanas que se ajustan a la corriente de las normas y costumbres socioculturales, entonces debemos desear no sufrir para que nuestro cerebro aprenda a no sufrir. Pero quizá no fue suficiente y creo que con este escrito acabo de explicarme bien y funcionará el método de recalibrarse gracias a la comunicación con alguien cualquiera, hace falta tener en cuenta varias cosas que escribo a continuación, mientras se está tranquilo, se rechaza la enfermedad, y no se desea sufrir.

Creo que es posible reiniciar la personalidad, sin sufrir ni olvidarse de las cosas ni perder habilidades. Y cuando se reinicia la personalidad o se centra uno en ello por un momento conscientemente y a propósito, una buena compañía siempre lo hace a uno situarse en su onda y por lo tanto en teoría se desecharía la enfermedad mental pasando página, en vez de mantenerse en la onda de la enfermedad mental. En mi caso, yo llevaba tiempo estando muy atento de muchos aspectos del comportamiento de los demás a la hora de comunicarme, y me he fijado en que personas con enfermedad mental que me rodean hacen lo mismo, se fijan en aspectos personales de uno para encaminar su acto comunicativo. Como si tuviera que conocer la personalidad de mi interlocutor en su totalidad para escoger lo que comunicaría yo en respuesta, de una forma en la que sufría de tanto fijarme en todo, y se me ocurrió pensar que quizá precisamente eso sea lo que conlleva mi personalidad con la enfermedad, que lo que comunico se basa en información adicional de la otra persona a la vez que proceso información de forma original, y los expertos reconocen en la comunicación. A través del sonido de la voz y el momento de el contacto visual. Así que se me ocurrió que podía ser posible volver a empezar a relacionarme con los demás, comunicarme de nuevo renovando por tanto mi personalidad, y adaptándome de nuevo a las normas y costumbres socioculturales gracias a la onda que crea la persona con la que me comunico, centrándome por un momento en el cual me quiera basar para el resto de mi tiempo estando sano, para ser. Sin olvidar nada ni sufrir. Una especie de reinicio de una parte: de mi personalidad, que es buena, y se recuerda siempre.

Teniendo en cuenta dos cosas, la primera es que uno tiene que tener claro que tiene una enfermedad que no desea tener y que no desea sufrir: centrar su camino en ello. La segunda es centrarse en la comunicación con los demás en aquello que realmente importa a las personas sin enfermedad mental para comunicarse en principio, porque las personas se fijan en dos aspectos de la personalidad del otro a la hora de comunicarse, sólo en dos en general: por una parte en cuándo existe el contacto visual y cuando no, y en lo que la otra persona expresa verbalmente con sonido y la vocalización. Se trata de fijarse en el contacto visual: si se está produciendo o no; y en lo que dice y cómo lo dice la otra persona con su voz. Sólo en eso, hasta sentirse uno “en la onda”, es decir, sin la enfermedad mental, a lo largo de la comunicación con alguien (tenga o no una enfermedad mental). Ambas características predicen la sociabilidad y la dirección de la conversación de la relación comunicativa, es decir, posibilitan conocer a la otra persona tal y como dirige la corriente sociocultural. Lo demás que una persona expresa, es puramente personal: el tipo de mirada, el tipo de expresión facial, gestos, reacciones al entorno, etc. La gente sin enfermedad mental no se fija en esas expresividades: en si la otra persona tiene la mirada muy alerta, o tiene una expresión facial particular en ese momento, en la velocidad a la que cambia de expresión, o en si está nerviosa, o en algunos de los gestos que acompañan a veces. Me refiero a la hora de comunicarse y por tanto de proyectar una personalidad, se puede pasar de largo de esas características sin afectar a la calidad de la comunicación y por lo tanto a la salud de la personalidad. La comunicación es una impresión de la personalidad, un reflejo o proyección. Así que si uno comunica fijándose en las características adecuadas de la comunicación (contacto visual y voz) de alguien cualquiera, su personalidad memorizada se reaviva, y la enfermedad queda atrás si uno lo desea, uno se convierte en común a la corriente de normas y costumbres socioculturales, es decir, de el ambiente que se ha creado. Se reinicia la personalidad.
Al colocarse uno de igual a igual a la persona que tiene comunicando algo y se fija por un momento por lo menos, en el cual se va a basar, en el contacto visual y en la voz solamente, es posible que uno se recoloque en su personalidad por fuerza mayor en saludable, en la dirección de la corriente de las costumbres y normas socioculturales y por tanto no tener una enfermedad mental. Muchas veces las personas con alguna enfermedad mental tenemos alguna habilidad o suspicacia que sobresale de lo habitual, consiguiendo la persona con la enfermedad mental ser muy inteligente, o muy hábil en alguna materia… Estas cualidades no compensan el sufrimiento, pero ahí están, y lo están gracias a que la persona se lleva fijando en más aspectos que el contacto visual y el sonido de la voz de la otra persona. Se recibe la información adicional de la persona que nos comunica información, y se adquieren habilidades. 

Resumiendo, y por lo tanto en teoría, para curarse, y ello da estabilidad a todos, pienso que se puede reiniciar esa parte del sistema nervioso central que se dedica a la comunicación: la personalidad. ¿Cómo? Por una parte eligiendo no querer sufrir y por lo tanto no querer tener una enfermedad, tenerlo claro y tratar de ir en esa dirección, por otro lado, en la comunicación con los demás, fijándose sólo en cuándo existe la mirada o contacto visual y en el sonido de la voz de la otra persona. Lo demás se debe saber que es puramente personal de la otra persona y no contribuye a la comunicación, a diferencia de lo que pensaba yo, que la expresión y expresividad personales de la otra persona tenían que influirme a la hora de dirigir mi comunicación y por lo tanto de tener una personalidad determinada. Así, fijándome sólo en el contacto visual y lo que expresa verbalmente la otra persona, he reseteado esa parte de mi sistema nervioso central, y me he quedado con lo que recuerdo: mi personalidad. La que es sana y buena. No hace falta fijarse siempre sólo en el contacto visual y la voz, pero sí por un momento para que mi sistema nervioso central se sitúe en la onda de la cordura. Ojalá funcione en general, a mi saberlo, haberlo intentado, y hablar de ello me ha ayudado. Gracias.

      Iñigo.



lunes, 13 de julio de 2015

SALIDA A VITORIA - GASTEIZ

Balcones de la Calle Eduardo Dato
El miércoles 3 de Junio de 2015 estuvimos en Vitoria-Gasteiz. Esta ciudad es la capital de la provincia de Álava y desde mayo de 1980 lo es también de la Comunidad Autónoma del País Vasco, de hecho aquí están edificios como el Parlamento Vasco y también el Palacio de Ajuria Enea que es la residencia oficial del Lehendakari o Presidente del Gobierno Vasco, ambos los pudimos contemplar por fuera.

Ese día hubo que madrugar mucho ya que el autobús salía de Donostia a las 9,15 de la mañana (habíamos reservado los billetes la víspera) para llegar a Vitoria a las 10,30 (Vitoria está a 118 kilómetros de Donostia-San Sebastián).

Yo era la primera vez que visitaba Vitoria, pero esta vez estaba muy tranquilo porque tenía la experiencia de la visita que hicimos el año pasado a Bilbao (entonces estaba muy nervioso durante el viaje) y aquella experiencia fue muy positiva para mí.

Al llegar a Vitoria cogimos un tranvía que nos llevó desde la estación de autobuses hasta el centro de la ciudad.

Atravesamos la calle Eduardo Dato (calle comercial, peatonal, con bonitas balconadas) para llegar a la Plaza de los Fueros obra escultura de Eduardo Chillida y Peña Ganchegui,del año 1981. Parte de la estructura de la plaza la componen unas gradas y sentados en ellas nos tomamos nuestro merecido almuerzo.




Plaza de los Fueros



Después de descansar un poco nos dirigimos al Casco Histórico o Almendra Medieval que se llama así por su forma ovalada. Esta es la parte más antigua de la ciudad ubicada en el cerro que se llamó hacia el año 1000, Gasteiz.

escultura vegetal hecha para homenajear a Vitoria como Green Capital de Europa

Primero visitamos la Plaza de la Virgen Blanca que es el corazón de Vitoria. Aquí cada 4 de Agosto llega a ella Celedón, que es el personaje típico de las fiestas de esta ciudad y las cuales llevan el mismo nombre que esta hermosa plaza. En la fecha mencionada anteriormente Celedón con su abierto paraguas se descuelga por una cuerda desde la Torre de la Iglesia de San Miguel (situada sobre la plaza) hasta el centro de la misma para dar inicio a las fiestas de la Virgen Blanca, las cuales duran hasta el 9 de Agosto fecha en que emprende el camino de retorno a la Torre de la Iglesia de San Miguel.

Plaza de la Virgen Blanca

En el centro de la plaza se sitúa el monumento conmemorativo de la Batalla de Vitoria y desde este lugar salen las calles más importantes de la Almendra Medieval.

Monumento conmemorativo de la Batalla de Vitoria


Al lado de la Plaza de la Virgen Blanca se sitúa la Plaza de España que acoge el Ayuntamiento y la Oficina de Turismo, aquí tomamos café en una terraza.

Plaza de España
El resto de la mañana lo pasamos andando por las calles de la Almendra Medieval donde pudimos contemplar entre otros edificios la Catedral de Santa María (catedral vieja) que está en obras actualmente (famosa porque se puede visitar y así ir viendo las obras de restauración y las entrañas de un edificio tan antiguo), y es gótica del siglo XIV.

Catedral en obras de Santa María

Vitoria dispone de otra catedral, la Catedral de Santa María Inmaculada (catedral nueva) de estilo neogótico situada fuera pero cerca de la Almendra Medieval.
Volviendo a esta última zona pudimos contemplar la Muralla Medieval del siglo XI, que antiguamente defendía la población de Gasteiz,

Muralla Medieval
También vimos el Portalón, edificio fundado en el siglo XV cuya función era de Casa de Postas y posada, (actualmente el Portalón ofrece una carta gastronómica de primer nivel) y otros edificios emblemáticos de la ciudad.

Edificio del Portalón

En algunos edificios de esta zona hay murales o pinturas artísticas muy bonitas hechas en los mismos.

Arte en la Almendra Medieval
Los nombres de las calles de la Almendra Medieval como Cuchillería, Herrería, Pintorería, Correría, Zapatería… nos recuerdan los nombres de los gremios de las actividades que en ella se ejercían.

Hacia las dos de la tarde salimos de esta zona y nos dirigimos al céntrico Parque de la Florida donde comimos.
Este parque es más un jardín botánico que un parque como tal, pues en sus más de 35000 metros cuadrados cuenta con unas 95 especies de árboles y unos 79 arbustos diferentes.

Parque de la Florida
Aquí también destaca su kiosco que a mí me encantó.

Kiosco del Parque de la Florida
No debemos olvidarnos que Vitoria está galardonada como Capital Verde Europea, donde destaca su Anillo Verde  una red de cinco parques seminaturales conectados entre sí por sendas urbanas que facilitan el movimiento de los visitantes y ciudadanos vitorianos.

Después de comer en el Parque de la Florida fuimos a ver el Palacio de Ajuria Enea situado cerca del parque, que como ya dije al comienzo de este artículo es la residencia del Lehendakari o Presidente del Gobierno Vasco.

Palacio de Ajuria Enea
Una vez hecha la visita a este lugar volvimos andando por la larga Avenida de Gasteiz hasta la estación de autobuses situada en el barrio de Lakua para coger el autobús de vuelta a Donostia a donde llegamos a las seis de la tarde.

Estación de autobuses de Vitoria - Gasteiz
El tiempo acompañó, disfrutamos todos mucho y a mí particularmente me gustaron mucho en especial dos sitios de Vitoria: La emblemática Plaza de la Virgen Blanca y la Plaza de los Fueros.

Un saludo a todos.
Jesús


       

martes, 7 de julio de 2015

No querer sufrir

Con lo que cuento en este artículo no quiero parecer orgulloso o sabiondo, son mis pensamientos sobre una posible solución a mi enfermedad. 
Soy una persona con una enfermedad mental, desconocía que la tenía cuando mi vida empezó a superarme de una forma en la que sólo la falta de salud mental puede ocasionar, si hubiera sabido de antemano que mi salud mental iba a decaer, me hubiera puesto o dirigido en mis estudios hacia la acumulación de conocimientos sobre la salud mental desde pequeño, dado el sufrimiento al que ha estado ligado. Sin embargo tomé otro camino en mi desconocimiento que fracasó debido a mi enfermedad mental, con lo cual ahora soy una persona que debe su buena vida a las personas que me rodean en vez de a mi labor, en cambio muchas personas no tienen la suerte que tengo yo con mi entorno, por eso quiero escribir en este espacio mi aportación públicamente de una posibilidad teórica para una posible recuperación de la enfermedad mediante la elección de no querer sufrir. Si es tan sencillo como lo escribo o no, lo dejo en manos de los estimados lectores.

Tengo poca experiencia y conocimientos sobre enfermedades mentales, pero quizá la solución venga en este espacio, creo que vivir una no te hace especialmente conocedor de las que existen, de por qué existen, de cómo deben tratarse y cómo se curan, sino que la ciencia y el conocimiento estudiado por los profesionales es la fuente más fiable de conocer cómo funcionan las enfermedades mentales, cómo deben tratarse y cómo se curan. En cualquier caso, esto es así, a pesar de que la historia nos ha enseñado que durante el desarrollo de la civilización hasta hace poco los psiquiátricos han sido cárceles en vez de centros de rehabilitación de la salud mental, que los tratamientos no siempre han sido correctos y que las curas no siempre han interesado a las personas.


Por otro lado, padecer una enfermedad mental te hace vivir de primera mano las sensaciones que la enfermedad le causa a uno, y contrastando durante mi vida estas sensaciones con la información y las aportaciones que he recibido de los profesionales en la salud mental, se me ha ocurrido que la solución puede ser más sencilla de lo que parece y me hacen pensar lo siguiente, que es posible una sociedad saludable sin enfermedades mentales supuestamente incurables. Las personas con alguna enfermedad mental tenemos al parecer, y yo pienso que así es, una personalidad o forma de ser que no se ajusta a las costumbres sociales y normas culturales. Es como si nuestra personalidad fuera procesando la información independientemente de cómo lo hacen las personas con salud mental. Para mí significa que nuestro sistema nervioso central procesa la información sin estar en consonancia con la corriente socio-cultural, y esto se nota.

Lo notan los especialistas por su capacidad y lo nota uno con el sufrimiento. ¿Pero qué conduce a sufrir si a una persona cuerda lo primero que le interesa es no sufrir en la vida? Porque la respuesta a esta pregunta es compleja, las personas con una enfermedad mental tienen un sufrimiento que las personas cuerdas no conocen, pero los especialistas en salud mental sí pueden comprender. Si las personas que tenemos una enfermedad mental procesamos la información de forma independiente al de la corriente del río que serían las normas y costumbres socio-culturales, entonces la solución está en que la persona enferma se diga a sí misma que no quiere sufrir, a diferencia de lo que la persona sana mentalmente no necesita decirse a sí misma, y si se lo dice no le afecta negativamente. Esta es una posible cura: darse a uno mismo aquello que las personas sanas no necesitan ni les afecta negativamente, pero que a la persona enferma la cura. Las personas que tenemos alguna enfermedad mental, debemos decirnos a nosotros mismos: no quiero sufrir, para poder resolver la paradoja que crea esta pregunta que no tiene una respuesta si no se la da uno. Esa respuesta es decirse a uno mismo: no quiero sufrir.

Y a pesar de todo, quienes tenemos o han pasado una enfermedad mental grave, sabemos que uno siempre recuerda con amargor haberla tenido, aunque se aprecie la vida con la misma intensidad. Por eso, porque hay personas que no tienen la suerte que tengo yo de estar rodeadas de personas con recursos y voluntad para cuidar de personas con enfermedades mentales, tengo la necesidad de ofrecer abiertamente una posible solución para la enfermedad,  debido a la pregunta que necesita que alguien la conteste con un: no quiero sufrir. En vez de ser una pregunta con una respuesta ligada. No es que las personas con alguna enfermedad mental queramos sufrir o se nos olvide decirnos que no queremos sufrir, es que nuestro cerebro está diciéndonos todo el rato que no queremos sufrir, pero como nuestro sistema nervioso central no se ajusta a la corriente socio-cultural al procesar la información, ese natural “no quiero sufrir” se convierte en sufrimiento intenso.

Dite a ti mismo: no quiero sufrir. Y si a pesar de ello sigues eligiendo tener la personalidad de siempre que está pareja a poseer una enfermedad, también siempre puedes recurrir a decirte “no quiero sufrir” en caso de necesidad. Es una sugerencia que quizá funcione, que comparto con la mejor intención. No quieras sufrir, por si funciona, que yo creo que sí. Gracias,

Iñigo.