EL ABETO ( De Hans Christian Andersen)
Había una vez un bosque en el que crecía un joven abeto. A su alrededor
había otros árboles más mayores. Pero el pequeño abeto tenía mucha prisa por
crecer, así que no atendía a toda la belleza que había a su alrededor, ni hacía
caso a los niños que le decían cosas bonitas.
-¡Ah, si fuera grande como los otros árboles!
-suspiraba el arbolito-. Los pájaros anidarían en mis ramas y, cuando soplase
el viento, movería mi copa con tanta solemnidad como ellos.
No disfrutaba con los rayos del sol, ni con los
pájaros ni con las nubes rojas, que al amanecer y en el ocaso del día
circulaban sobre él.
-Oh, crecer, crecer, hacerse grande y viejo era
el único placer de este mundo-, pensaba el árbol.
En otoño venían siempre los leñadores y cortaban
algunos de los árboles más grandes. Pasaba cada año, y el joven abeto, que ya
había crecido mucho, se estremecía al verlo, porque los grandes, espléndidos
árboles, caían a tierra con un estrepitoso crujido.
En primavera, le preguntó a la golondrina y a la
cigüeña:
-¿Sabéis adónde llevan los árboles
cortados?
-Sí -dijo la cigüeña-. He encontrado muchos
barcos nuevos cuando volaba a Egipto. Tenían magníficos mástiles; yo diría que
eran ellos, olían a abeto.
-¡Ah, si yo fuese lo suficientemente grande para
volar sobre el mar!
-Goza de tu juventud -dijeron los rayos del sol.
Y el viento besó el árbol y derramó lágrimas sobre él, pero el abeto no
entendía.
Cuando se aproximaba la Navidad fueron cortados
muchos árboles jóvenes, precisamente los más hermosos, y eran colocados en los
carros y los caballos los sacaban del bosque.
-¿Adónde irán? -se preguntaba el abeto.
-¡Nosotros lo sabemos! -piaron los gorriones-.
¡Oh!, les espera el esplendor y la gloria mayores que pueda imaginarse.
-¿Me tocará ir por este deslumbrante camino? -se
regocijaba el árbol-. ¡Es mejor aún que cruzar el mar!
-Disfrútame -dijeron el aire y el sol-.
¡Alégrate con tu fresca juventud al aire libre!
Pero no gozaba de nada; crecía y crecía,
invierno y verano se mantenía verde, verde oscuro. Al verlo, la gente decía:
-¡Qué árbol más hermoso!
Y en Navidad fue el primero que cortaron. El
hacha se hincó hondo en la madera. El árbol cayó a tierra con un gemido. Sintió
un pesar, un desmayo, y dejó de tener pensamientos felices. El árbol no volvió
en sí hasta que, en el patio, descargado con los otros árboles, oyó decir a un
hombre:
-¡Es espléndido! Elegimos éste.
Después vinieron unos criados y llevaron el
abeto a un hermoso salón.
-¡Esta noche estará deslumbrante! -decían.
-¡Oh -pensó el árbol-, ojalá fuese ya de noche y
las luces estuvieran encendidas!
Por fin encendieron las velas. Qué brillo, qué
resplandor. El árbol temblaba con todas sus ramas, tanto que una de las velas
prendió fuego a una de ellas. ¡Uf, lo que dolía!
-¡Dios mío! -gritaron las señoritas, y lo
apagaron con rapidez.
Entonces el árbol ya no se atrevió a mover una
hoja. Y las velas se gastaron hasta llegar a las ramas y fueron apagadas cuando
se consumieron, y entonces los niños obtuvieron permiso para despojar al árbol.
Los niños bailaron alrededor con sus bonitos juguetes.
-¡Un cuento, un cuento! -gritaron los niños,
empujando a un hombrecillo obeso hacia el árbol. Se sentó bajo él. Y el hombre
gordo contó el cuento de Terrón Coscorrón, que cayó por la escalera y, sin
embargo, se sentó en el trono y se casó con la princesa. Y los niños
aplaudieron y gritaron.
El abeto permanecía muy quieto y pensativo:
nunca los pájaros del bosque habían contado cosas parecidas.
-Terrón Coscorrón cayó por la escalera y, sin
embargo, se casó con la princesa. ¡Sí, sí, así pasa en el mundo! -pensó el
abeto, convencido de que era verdad lo que aquel caballero tan fino había
contado-. ¡Vaya, quién sabe, quizá me caiga yo también por la escalera y me
case con una princesa!.
-¡Mañana no temblaré! -pensó. Y permaneció en
silencio y pensativo toda la noche.
Por la mañana entraron el criado y la criada.
-Ahora -pensó el árbol- comenzarán a adornarme
de nuevo.
Pero
lo arrastraron y lo metieron en el desván y allí lo dejaron, en un rincón
oscuro, donde no llegaba luz alguna.
-¿Qué significará esto? -pensó el árbol.
Y se mantuvo contra la pared y pensó y pensó. Y
tuvo mucho tiempo, porque pasaron días y noches. No subía nadie y cuando por
fin vino alguien, fue para poner unas grandes cajas en un rincón. El árbol
estaba muy escondido, se diría que había sido olvidado por completo.
¿Pero cuándo iba a volver a salir? Ocurrió una
mañana en que vino gente y revolvió en el desván. Todo sucedía muy rápidamente.
-¡Ahora a vivir!-, pensó éste alborozado, y
extendió sus ramas. Pero, ¡ay!, estaban secas y amarillas.
En el patio jugaban algunos de aquellos alegres
niños que por Nochebuena estuvieron bailando en torno al abeto y que tanto lo
habían admirado. Uno de ellos se le acercó corriendo y le arrancó la estrella
dorada.
-¡Miren lo que hay todavía en este abeto, tan
feo y viejo! -exclamó.
El árbol sintió haber dejado el oscuro rincón
del desván. Recordó su juventud en el bosque, la alegre Nochebuena.
-¡Todo pasó, todo pasó! -dijo el pobre abeto-.
¿Por qué no supe gozar cuando era tiempo? Ahora todo ha terminado.
Vino el criado, y con un hacha cortó el árbol a
pedazos, formando con ellos un montón de leña, que pronto ardió con clara llama
bajo el gran caldero. El abeto suspiraba profundamente. Y así hasta que estuvo
del todo consumido.
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COMENTARIOS SOBRE EL TEXTO:
Gemma: "Me siento muy identificada con el abeto. Se me han pasado los años, en definitiva, la vida y no he sabido aprovecharla. Si hago una reflexión sobre mí misma, me doy cuenta de que he desperdiciado demasiado tiempo, y sin exprimir el buen jugo de las oportunidades que el destino ha puesto en mis manos. Por lo tanto, hay que vivir el día a día, porque es lo que de verdad merece la pena o importa. Recuerdo unas frases que me dijeron: "El tiempo nos enseña a valorar la vida" y "la vida nos enseña a aprovechar el tiempo". ¡Cuánto, cuánto, cuánto tengo que aprender y eso que en mes y medio, cumpliré ya 62 años!"
Feriel: "Tenemos que valorar lo que tenemos y no tener prisa, vivir el presente. Yo por ejemplo en la actualidad gozo con los paseos de la tarde y pintando mandalas. Valoro mucho la salud, la amistad y el trabajo".
Amaya: "Me ha gustado el cuento pero el final me ha parecido muy triste. Tenemos que aprovechar el momento presente y las cosas que se tienen, y no esperar algo que igual nunca sucederá. Creo que tengo que aprender a valorar y disfrutar de mis logros día a día y no esperar a ser lo que fui. En la actualidad disfruta mucho con la música, así que esta semana me comprometo a escuchar la música del grupo "Baboom Show" y hacer ejercicio físico, incluso bailar". Os dejo el link de su canción "I never say Goodnight": https://www.youtube.com/watch?v=PSKApzGnSDo
Helena: "CARPE DIEM. El cuento hace referencia a un abeto que no sabe vivir el momento presente. Siempre está pensando en su posible futuro y está presente en muy pocas ocasiones. El cuento me ha parecido muy triste. creo que aunque muchas veces siento miedo por lo que pueda ocurrir en el futuro y pierda tiempo pensando en ello, también tengo una gran capacidad para disfrutar de las pequeñas cosas que nos ofrece el presente cuando estoy bien. Es verdad que cuando estoy mal esa capacidad de disfrutar del presente disminuye y aparece el pensar y pensar. En el presente pienso que soy una privilegiada porque fuera hace un frío del carajo y yo estoy calentita, con mi pareja y con mis amigos. Tengo casa, agua, comida, música, ordenador...un lujo y soy consciente de ello y sé valorarlo".
Paula: " Pensando en qué será de nosotros en un futuro, nos perdemos el presente. El cuento era triste y he sentido pena. Personalmente, creo que yo ahora vivo en el pasado y pienso en el futuro, sigo perdiéndome el presente, no tengo presente, está vació. Para explorar e indagar sobre mi presente he hecho un ejercicio literario: rescatar del texto verbos que tengan que ver con la moraleja "gozar el presente", pasar los verbos al presente y jugar con ellas, esto es lo que ha salido de mi interior y lo comparto con vosotros:
Pregunto a la vida:
¿Qué elijo?
Pregunto y elijo
Crezco y disfruto
Gozo y lo entiendo
Pregunto y me regocijo
Imagino y me alegro
Me guardo aquel beso
Pienso y elijo
Adorno mi vida
Decido vivir
Adorno esa vida
y aplaudo mi valor
Crezco y avanzo
me río y comprendo.
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Con este relato y nuestros comentarios, nos despedimos este año de todos los fieles lectores y colaboradores del blog.
FELIZ AÑO NUEVO, nos veremos en el 2021.UN FUERTE ABRAZO.
URTE BERRI ON! 2021ean ikusiko dugu elkar. BESARKADA HANDI BAT
Lo mejor del cuento.... Vuestras conclusiones y comentarios. A ver si vivimos y sentimos cada momento de este 2021!
ResponderEliminarLo mejor del cuento.... Vuestras conclusiones y comentarios. A ver si vivimos y sentimos cada momento de este 2021!
ResponderEliminarMuchísimas gracias Feriel, Amaya, Helena y Paula por vuestras valiosísimas aportaciones sobre el cuento. Me habéis hecho reflexionar y quedarme con buenas sensaciones. Gemma
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con vosotros. Vivir más el presente, primordial! Gracias por el consejo.
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