Te quiero. Lo digo así, al nadie. Ninguna persona me escucha, lo interioriza, se lo queda dentro y lo siente.
Porque nunca te encontré.
Nunca te conocí. Pienso que, si te hubiera conocido, si hubieras llegado a
mi vida, si realmente te hubiera encontrado, yo te habría querido. No sé si
bien o mal, tal vez solo a ratos y de cualquier manera. Yo soy fiel, te habría
guardado muy dentro de mí. Como en la canción de Nino Bravo, que yo a veces
canturreo. Pues eso. Te hubiera sido fiel. Te habría puesto un lugar dentro de
mí, y te habría querido. Con ánimo de que fuera para siempre. ¿ Y tú? ¿ Me
habrías querido, o serías de esos hombres que maltratan, que no quieren, que
matan?. No lo sé y no lo sabré nunca. Quiero pensar que serías bueno.
Respetuoso, como mi hermano con su mujer. Que me cuidarías.
Tal vez, si te tuviera, te
sentiría en torno, en mi mundo. Tendríamos una casa propia, un piso. Tal vez
hubiéramos tenido un hijo, o
Te quedarás en el vacío para
siempre. Sin venir, sin encontrarte conmigo. Yo no podré guardar lo más
preciado de ti, ni atesorar recuerdos con tu presencia constante,
amorosa.
Aún así, te quiero. Porque
formas parte de aquello que nunca viví, y que ya no viviré.
Te quiero. Tal vez como
venganza a tanta insatisfacción. A pensar que siempre estaré sola. Como
siempre.
Por eso. Te quiero. Mucho.
Sobre todo porque queriéndote me siento viva. Siento que tengo una historia de
abrazos y besos, de sentimientos compartidos, de amor y de cariño. Es lo que,
en el fondo, todos buscamos.
Y así. Lo digo así. Te quiero.
Tal vez porque, al decirlo, me digo, a mí misma. Quiérete. Y lo voy llevando a
la práctica.
Por eso, gracias. Te seguiré
escribiendo. Ya formas parte de mí.
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