La semana pasada entramos en primavera y este fin de semana hemos cambiamos la hora. Mucha gente lleva meses deseando que llegue este momento, y a otras personas sin embargo, les da miedo porque hay más posibilidad de que haya descompensaciones en su estado psicológico…
Al
mejorar el tiempo con la primavera, hay personas que tienden a sentirse mejor,
elevándose su estado de humor. No obstante, en ocasiones no todo es alegría en
la primavera.
En
primavera, hay varios cambios:
- - Mejora el tiempo, hace más calor.
- - Aumenta la luz y las horas de luz. Hay
menos horas para dormir.
- - La
naturaleza surge, brota, y eso aumenta el color, los sonidos, los estímulos del
entorno.
- - Socialmente,
hay más presión por hacer actividades fuera del hogar: deportivas,
relacionales, etc.
Aparte
de todo esto, en primavera hay cambios
en las áreas cerebrales que
regulan los estados de ánimo y la voluntad, la temperatura, los procesos de
sueño y vigilia, el apetito, la sed y la vitalidad de las personas; todos estos
aspectos pueden verse afectados, aumentándolos o disminuyéndolos, lo que
implica consecuencias a nivel psicosomático tales como alteraciones del sueño,
falta o exceso de apetito, tristeza...
Y
luego está el factor social: con el buen tiempo llegan las ganas de salir y de
relacionarse socialmente, lo que a la mayoría de las personas le sienta bien.
Pero no sucede lo mismo con aquellas personas con dificultades para
relacionarse (fobia social, timidez...), o a las personas con agorafobia (miedo
a salir de casa), a las personas inseguras o acomplejadas con su propio cuerpo
(por eso de llevar menos ropa...).
Por todo ello, en esta época puede aparecer la "depresión o astenia primaveral" (falta de energía, cansancio, tristeza, insomnio/hipersomnia…) o por el contrario, el aumento de vitalidad puede derivarse en procesos ansiosos, de euforia e hiperactividad.
¿Qué
hacer para prevenir estas alteraciones del estado de ánimo? Pues hay que intentar:
-
Mantener una rutina estable: seguir incluyendo actividades al aire libre, de
movimiento, pero también otras
que impliquen descanso y relax: equilibrio
ocupacional.
-
Cuidar la alimentación y
adecuarla: hacer comidas con menos calorías (ya no las necesitamos tanto, pues
no hace tanto frío), comer más verduras y hortalizas de la temporada,
ensaladas... todo ello aumenta las vitaminas que ingerimos.Las frutas de
primavera también nos vendrán muy bien: fresas, nísperos, uvas... si hay
carencia de hierro, tomar alimentos que ayuden a la absorción del mismo.
- Un
buen desayuno, completo, nos puede ayudar a empezar el día con energía: fruta,
algún lácteo, cereales (mejor integrales) y algo de proteína (pavo/jamón
york...).
- Cenas más ligeras.
- La miel y la jalea real, en pequeñas cantidades para
endulzar los platos, son también aconsejables para combatir la sensación de
cansancio por su contenido en vitaminas y minerales.
- Hidratarnos
bien, beber más gua que en invierno, cuidar la piel (hidratarla más).
- Practicar ejercicio físico moderado al menos durante 30 minutos diarios para
estimular la producción de las endorfinas y aumentar el tono vital muscular.
Habrá que intentar que la práctica de ejercicio sea al aire libre, porque el
sol permite asimilar mejor el calcio y es necesario para disponer de vitamina D.
-
Consultar con los profesionales que nos siguen ante cualquier síntoma de
descompensación.