Hoy una compañera nuestra que en estos momentos está ingresada en media estancia, nos ha mandado el siguiente escrito para compartirlo con todos vosotros. Un abrazo de parte de todos nosotros. Cuídate mucho mucho.
He aquí el texto:
Un día sentí de verdad como mi casa se caía al suelo
de verdad. Era imaginarme la puerta y temblar, y no exagero, solo repetía un
"no quiero ir a casa " porque me daba miedo estar sola, y lo que iba
a hacer.
Allí comenzó mi primer ingreso.
Nadie dijo que un ingreso es un momento de alegría
total, es más, es un momento de verdadera locura.
No duermes en tu cama, ni en tu casa. Dejas todo solo,
y te metes en un mundo con más gente como tú, que no conoces.
Tienes mil médicos, que, al paso de los días, los
echarás de menos, porque cualquier cosa que te pase, tocas un timbre y vienen a
ayudarte. Pero imaginas a la gente por los pasillos, te desespera saber cómo
funciona el mundo de fuera sin ti, y echas de menos hasta tu baño.
¿Hizo algo el ingreso? No. Porque me puse
"bien" en 5 días. "Bien". Sabéis lo que es.
Sales pronto, aplaudes, dices que eres una campeona
por haber aguantado, y te pones una medalla por haber aguantado.
Pero sabéis lo que pasa, que, si algo está mal, volverá
a estar mal si no le dejas el tiempo suficiente.
Es como poner una tirita a una herida que necesita
puntos, en la vida se curara. Y pasa el tiempo, y aparece otro ingreso, más
largo, más duro, el que de verdad duele. Y aquí me encuentro, escribiendo esto
para que la gente como yo, que no creía en los ingresos, sepa que antes o
después, si tú mente lo necesita, tendrás que parar, para sanar.
Susana B.
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