Con lo que cuento en este artículo no quiero parecer orgulloso
o sabiondo, son mis pensamientos sobre una posible solución a mi enfermedad.
Soy una persona con una enfermedad mental, desconocía que la tenía
cuando mi vida empezó a superarme de una forma en la que sólo la falta de salud
mental puede ocasionar, si hubiera sabido de antemano que mi salud mental iba a
decaer, me hubiera puesto o dirigido en mis estudios hacia la acumulación de
conocimientos sobre la salud mental desde pequeño, dado el sufrimiento al que
ha estado ligado. Sin embargo tomé otro camino en mi desconocimiento que fracasó
debido a mi enfermedad mental, con lo cual ahora soy una persona que debe su
buena vida a las personas que me rodean en vez de a mi labor, en cambio muchas
personas no tienen la suerte que tengo yo con mi entorno, por eso quiero
escribir en este espacio mi aportación públicamente de una posibilidad teórica
para una posible recuperación de la enfermedad mediante la elección de no
querer sufrir. Si es tan sencillo como lo escribo o no, lo dejo en manos de los
estimados lectores.
Tengo poca experiencia y conocimientos sobre enfermedades
mentales, pero quizá la solución venga en este espacio, creo que vivir una no
te hace especialmente conocedor de las que existen, de por qué existen, de cómo
deben tratarse y cómo se curan, sino que la ciencia y el conocimiento estudiado
por los profesionales es la fuente más fiable de conocer cómo funcionan las
enfermedades mentales, cómo deben tratarse y cómo se curan. En cualquier caso,
esto es así, a pesar de que la historia nos ha enseñado que durante el
desarrollo de la civilización hasta hace poco los psiquiátricos han sido
cárceles en vez de centros de rehabilitación de la salud mental, que los
tratamientos no siempre han sido correctos y que las curas no siempre han
interesado a las personas.
Por otro lado, padecer una enfermedad mental te hace vivir de
primera mano las sensaciones que la enfermedad le causa a uno, y contrastando
durante mi vida estas sensaciones con la información y las aportaciones que he
recibido de los profesionales en la salud mental, se me ha ocurrido que la
solución puede ser más sencilla de lo que parece y me hacen pensar lo siguiente,
que es posible una sociedad saludable sin enfermedades mentales supuestamente incurables.
Las personas con alguna enfermedad mental tenemos al parecer, y yo pienso que
así es, una personalidad o forma de ser que no se ajusta a las costumbres
sociales y normas culturales. Es como si nuestra personalidad fuera procesando
la información independientemente de cómo lo hacen las personas con salud
mental. Para mí significa que nuestro sistema nervioso central procesa la
información sin estar en consonancia con la corriente socio-cultural, y esto se
nota.
Lo notan los especialistas por su capacidad y lo nota uno con el sufrimiento. ¿Pero qué conduce a sufrir si a una persona
cuerda lo primero que le interesa es no sufrir en la vida? Porque la
respuesta a esta pregunta es compleja, las personas con una enfermedad mental
tienen un sufrimiento que las personas cuerdas no conocen, pero los
especialistas en salud mental sí pueden comprender. Si las personas que tenemos
una enfermedad mental procesamos la información de forma independiente al de la
corriente del río que serían las normas y costumbres socio-culturales, entonces
la solución está en que la persona enferma se diga a sí misma que no quiere
sufrir, a diferencia de lo que la persona sana mentalmente no necesita decirse
a sí misma, y si se lo dice no le afecta negativamente. Esta es una posible
cura: darse a uno mismo aquello que las personas sanas no necesitan ni les
afecta negativamente, pero que a la persona enferma la cura. Las personas que
tenemos alguna enfermedad mental, debemos decirnos a nosotros mismos: no quiero
sufrir, para poder resolver la paradoja que crea esta pregunta que no tiene una respuesta si no se la da uno. Esa
respuesta es decirse a uno mismo: no
quiero sufrir.
Y a pesar de todo, quienes tenemos o han pasado una enfermedad mental grave,
sabemos que uno siempre recuerda con amargor haberla tenido, aunque se aprecie
la vida con la misma intensidad. Por eso, porque hay personas que no tienen la
suerte que tengo yo de estar rodeadas de personas con recursos y voluntad para
cuidar de personas con enfermedades mentales, tengo la necesidad de ofrecer
abiertamente una posible solución para la enfermedad, debido a la pregunta que necesita que alguien
la conteste con un: no quiero sufrir. En vez de ser una pregunta con una
respuesta ligada. No es que las personas con alguna enfermedad mental queramos
sufrir o se nos olvide decirnos que no queremos sufrir, es que nuestro cerebro
está diciéndonos todo el rato que no queremos sufrir, pero como nuestro sistema
nervioso central no se ajusta a la corriente socio-cultural al procesar la
información, ese natural “no quiero sufrir” se convierte en sufrimiento
intenso.
Dite a ti mismo: no quiero sufrir. Y si a pesar de ello sigues eligiendo tener
la personalidad de siempre que está pareja a poseer una enfermedad, también
siempre puedes recurrir a decirte “no quiero sufrir” en caso de necesidad. Es
una sugerencia que quizá funcione, que comparto con la mejor intención. No
quieras sufrir, por si funciona, que yo creo que sí. Gracias,
Iñigo.
Todos queremos ser felices
ResponderEliminarGracias por compartir tus reflexiones con los demás, seria perfecto poder parar el sufrimiento con sólo pensarlo, es un trabajo que lleva tiempo y dedicación pero se puede lograr el control sobre nuestras emociones, si a eso sumamos apoyo y acciones seguro que la recuperación es posible, un saludo.
ResponderEliminarIñigo, felicidades por lo que has escrito, se nota que te sale del alma. Estamos totalmente de acuerdo contigo, hay que evitar el sufrimiento innecesario, tenemos que buscar la mayor felicidad posible y eso empieza por nosotros mismos. Por tener claro que podemos mejorar, que tenemos la oportunidad de llevar una vida plena y ser felices.
ResponderEliminarYo me quedo con que es importante la actitud de cada uno. Si nos resignamos a pasarlo mal, no tenemos nada que hacer. Si. como tú dices, nos repetimos "no quiero sufrir", será mas fácil sacar una visión positiva de lo que nos rodea, o esforzarse por mejorar... estoy de acuerdo contigo.
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