Parece que las cosas van por temporadas o por ciclos.
Después de un periodo de incertidumbres e inquietudes, llega otro periodo de
remando en el que lo anterior queda atrás, cual temporal que nos ha pillado
desprevenidos.
Pero como buen marino, no se debe soltar el timón mientras
tanto, pues la barca zozobraría, hay que aguantar hasta que amainen los vientos
con la esperanza de poder llegar a buen puerto.
La esperanza es lo que no se debería de perder cuando el mar
de la vida está oscuro y el oleaje arrecia. Ese mar que es a veces muy bravo y en el que se aprende a cómo ir navegando por él intentando que el pánico no se aposente
en nuestro interior ni que la desazón invada nuestro luchar diario.
Como ya dije en otra ocasión, bastante tiene el que hacer
cotidiano, con sus noches y días, como para andar imaginando supuestas
situaciones que pudieran acontecer en el futuro.
Pero la vida enseña también, o así parece por lo menos, a
tener que estar casi siempre en medio alerta por lo que pudiera venir, sin
perder el sentido de “vivir el día a día”.
Los temporales vienen y se van y entre uno y otro hay tiempo
para sosegarse, ir reponiendo fuerzas y avituallarse.
No se puede vivir al margen de lo que nos rodea, pero creo
que hay que protegerse, por lo menos un poco, porque una sobredosis de realidad
también puede llegar a ser mortal. Pero para eso puede que también esté la
imaginación, para que, sin perder el sentido de la realidad podamos quizás
llenar espacios que pudieran llegar a ser muy turbios sin dicha imaginación.
Desde luego que hay muchos recursos y actividades para
evadirnos de los problemas, pero no hay que confundir evadirse con huir o
enterrar la cabeza.
Así como ese mar bravío está ahí fuera, también dentro de uno puede haber un mar bravío que
parece que no podemos apaciguar algunas veces. Y ese mar bravío interno se va
encrespando por acumulación de situaciones,
acontecimientos o anécdotas que
acontecen en la convivencia diaria.
Lo de” a mal tiempo buena cara” no me vale, porque a cada
uno se le pone la cara que se pone cuando se le pone. En lo que si puedo estar
de acuerdo es que en los fuegos hay que saber apagarlos, y en que no hay que
echarles encima gasolina.
Agradezco vuestras palabras de respuesta al post anterior y
me gustaría que siguierais haciéndolo. Hay que seguir para adelante como se
sepa y porque no queda otra.
Parece, a lo mejor, que me pongo un poco trágico, pero no es
así, porque escribo estas líneas muy tranquilo. Lo que si hago es un
esfuerzo por expresar en palabras, tan
difícil algunas veces, las cosas que, creo yo, son tan evidentes y que también
hay que decirlas, procurando no herir a nadie.
Gracias otra vez, hasta pronto
Jose Angel