Cuento escrito por Gemma para el concurso de relatos de AGIFES 2012
Lucía iba a la
Unidad de Día del Centro de Salud Mental muy a gusto, porque
se sentía
arropada y respetada por el resto de sus compañeros.
No le costaba nada levantarse para ir allí, lo hacía con
ilusión; así como el resto de los
días que no iba se
quedaba hasta tarde en la cama, con lo cual, su madre se enfadaba y
con cierta razón.
Los lunes le gustaba oír:
- Buenos días chicas y chicos ¿qué tal el fin de semana?
Dicho por las terapeutas ocupacionales, ver sus sonrisas y
escuchar lo que les decían.
Le habían concedido la incapacidad absoluta ya que le habían
diagnosticado un “trastorno depresivo mayor” y “trastorno de personalidad con
rasgos obsesivo-melancólicos”, y le había quedado una pensión que
le permitía vivir dignamente.
Había estado tres veces ingresada
en el psiquiátrico.
Los miércoles le gustaba ir a la
salida. Dependiendo del lugar donde iban utilizaban el tren, el topo, el autobús o, a
veces, iban andando. Así iban conociendo
parte de la Geografía guipuzcoana.
Los viernes tenían educación para
la salud dirigido por una enfermera, donde aprendían temas relacionados con el cuerpo
humano.
También tenían terapia de grupo con el psicólogo clínico. Al
principio le costaba mucho tomar parte debido en gran parte a su timidez. La verdad es que se podía pasar si no se quería participar pero ella consideraba que
era mejor contar lo que le ocurría. En el grupo había un hombre que
le llamaba la atención cada vez que hablaba por lo bien que se expresaba.
Cuando Lucía tenía 12 años su
padre falleció tras una larga enfermedad pero mantuvo la sonrisa hasta el último momento. Fue
un hombre muy trabajador, honesto, honrado, discreto, con sentido del humor y
muy amante de su familia.
Le encantaba cuando su padre le
decía:
- Eres la niña de mis ojos. Te
quiero tanto.
Para ella su pérdida supuso un
durísimo golpe, que le dejó tocada.
La madre dijo que nunca más se
casaría porque, en el fondo, seguía enamorada de su marido Ángel. Además, desde que
se quedó viuda su carácter cambió. Pasó de ser una mujer alegre, cantarina y
extrovertida a encerrarse en sí misma; lo cual hizo mella en la unidad familiar.
En casa se sentía apoyada por su
madre y sus dos hermanos, uno de los cuales, vivía en un pueblo de Guadalajara.
En cuanto a las amistades, solía
quedar con un grupo de amigos de vez en cuando y lo pasaba muy bien. Eran buenas
personas que le comprendían su situación.
Le gustaba escribir
principalmente poesía y hacer escritos a personas que apreciaba. La mayoría le
decían que eran muy bonitos; aunque desde hacía tiempo lo tenía aparcado por pereza,
dejadez, desidia y abandono.
Uno de sus
sueños era ganar un concurso de literatura; a veces, se convertía en una obsesión para
ella, hasta que se dio cuenta de que lo realmente
importante era disfrutar escribiendo y
vistiendo con palabras y frases las hojas desnudas.
Las prisas, las indecisiones, las
inseguridades, la falta de autoestima y los miedos, Habían sido
sus compañeros de viaje.
Por el
contrario, deseaba que la paz, la calma, el sosiego y la tranquilidad reinaran
en su fuero
interno. Ella lo intentaba y cuando lo conseguía aunque fuera por breves
momentos se sentía muy
a gusto.
Su historia
sentimental había sido efímera, escasa, ya que había salido con dos chicos muy poco
tiempo. Con los años se dio cuenta de que dichas relaciones no habían llegado a buen puerto
porque le faltaba madurar y tener las ideas claras.
Uno de sus deseos
era tener una pareja estable pero cada día lo veía más difícil por tener 53 años y por
su escasa vida social.
Últimamente
soñaba mucho y se acordaba de alguno de los mismos.
Tuvo un sueño
muy vivido que consistía en que participaba en un concurso de poesía organizado
por el Aula de Cultura de un ayuntamiento de la comunidad Castilla-La Mancha y ganaba el primer premio con un poemario titulado “La enfermedad
mental y yo”. Cuando fue a recogerlo dijo:
- Doy las
gracias a mi familia y a todo el personal de la Unidad de Día por haber
creído en mí. Tengo
una enfermedad mental de la que estoy tratada. Me siento una persona afortunada por todo lo vivido en
mi camino.
Su madre tocó
la puerta de su habitación y le dijo:
- Lucía,
levántate que se te está haciendo tarde.
Ella le
contestó:
- Ama, he
tenido un sueño precioso, luego te lo contaré.
Había
comenzado dos actividades en el nuevo curso: Pilates y dibujo. Tanto la una
como la otra se le
hacían difíciles, pero si otras personas podían hacerlo, ella también.
Le gustaría
escribir cuentos infantiles e ilustrarlos por eso había comenzado a aprender dibujo.
Por fin,
entendía en qué consistía el porqué de su existencia en quererse a ella misma y
a su familia, en
tener buenos amigos, en disfrutar del momento (carpe diem), en resolver los problemas
que surgen, en definitiva, en sentirse una más en el gran universo de la vida.
me gusta el cuento, le encuentro claro y preciso, el escribir es una buena terapia, logras descargar lo que tienes dentro y encima es un arte y gusta a los demás. muy bien.
ResponderEliminarHola Glo muchas gracias por tu comentario. Saludos cordiales.Gemma
EliminarMe ha encantado el cuento, se te da genial.
ResponderEliminarOjalá sigas escribiendo y compartiendo tus cuentos con el mundo.
Hola te agradezco tus bonitas palabras. Saludos cordiales. Gemma
EliminarAprovechando el fin de semana he podido disfrutar con un poco de tiempo de esta página que transmite tan bien experiencias bonitas, estimulantes, o a veces testimonios más personales quizás más difíciles.
ResponderEliminarMe parece una iniciativa excelente para que los sujetos puedan expresar su sueños, sus dolores, sus anhelos, sus dificultades y así compartirlos con otros lo que es la vida humana con sus constricciones y grandezas.
Zorionak!
Juan del Pozo
Muchas gracias Juan, esperamos que nos sigas visitando en nuestro blog.
Eliminar