Hola de nuevo a todos. En la cuarta sesión de nuestro taller de emociones hemos estado intentando ver en ejemplos prácticos aquéllo sobre lo que ya habíamos trabajado. Sobre todo hemos querido practicar un poco con las formas que vimos de facilitarnos el dar la vuelta a los pensamientos poco realistas que contribuyen a nuestro malestar cotidiano.
Además estuvimos trabajando con un par de historias que nos hicieron reflexionar sobre cómo nos afectan nuestros pensamientos y emociones, generando un pequeño debate muy interesante. Una de estas historias es El Elefante Encadenado y la añadimos aquí para a quien le despierte la curiosidad de leerla y pensar un poco al respecto:
EL ELEFANTE ENCADENADO
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Cuando yo era pequeño me encantaban los circos y lo que más me gustaba de
los circos eran los animales. A mí, y como después me enteré también a otros,
me llamaba la atención el elefante.
Durante la función la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y
fuerza descomunal... Pero después de su actuación y hasta un rato antes de
volver de nuevo al escenario el elefante quedaba sujeto solamente por una
cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el
suelo.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene ahí entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía cinco o seis años yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?” No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... Sólo lo
recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma
pregunta.
Hace algunos años descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: EL ELEFANTE DEL CIRCO NO ESCAPA PORQUE HABÍA ESTADO ATADO A UNA ESTACA PARECIDA DESDE QUE ERA MUY, MUY PEQUEÑO. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Supongo que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar y también al otro día y al otro... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene el registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás, jamás intentó poner a prueba su fuerza otra vez. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos" simplemente porque alguna vez, antes, cuando éramos pequeños, alguna vez probamos y no pudimos. Hicimos entonces, lo del elefante: grabamos en nuestro recuerdo “NO PUEDO... NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ”. Hemos crecido manteniendo ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar. Como mucho, de vez en cuando sentimos los grilletes, hacemos sonar las cadenas o miramos de reojo la estaca y confirmamos el estigma: "NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ". Vivimos condicionados por el recuerdo de otros, que ya no somos, y no pudieron.
La única manera de saber, de poder, es intentarlo de nuevo poniendo en el
intento toda tu fuerza, toda tu voluntad... Todo tu corazón.
¿Sobre qué nos invita a reflexionar esta historia acerca de cómo nos influyen determinados pensamientos?
¿Qué ideas principales nos intenta transmitir?
¿Qué conclusiones personales podemos extraer?
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Gracias por estos talleres, Javi. Yo creo que han venido muy bien, las emociones nunca las terminamos de saber manejar y reflexionar sobre ellas, asi como familiarizarnos con alguna técnica de manejo, nos viene genial. Un saludo, sigue haciéndolo tan bien en tu Residencia!!! V.
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